miércoles, 12 de mayo de 2010
Te amo
A veces suelo quitarme el empaño del orgullo delante de un espejo, para poder ver bien mis ojos, para volver a descubrirme ante lo que soy, para no perder ni olvidar mi historia, mi vida y mis circunstancias, pues más allá de esa cara lavada y mis anteojos hay una chica que tiene miedo, que tiembla, que a veces grita sin ser escuchada, hay una chica triste que se esfuerza por sonreir a su realidad, que a veces se encierra en su propio mundo, que muchas veces no ve más allá de su horizonte y sin siquiera presta atención a su alrededor, hay una chica que se pregunta si algún día llegará a reencontrarse con la persona que más ha amado en su vida.
Una chica que trata de descubrirse en el silencio de su cama, sus cuatros paredes y su oscuridad, una chica que llora cuando nadie la ve, en silencio, para no preocupar a sus padres y a sus amigos, una chica que se refugia en el trabajo y en los estudios porque así no piensa, porque así su mente trabaja, porque así tiene dinero para sus caprichos, porque así, mientras cae, al menos tiene un techo bajo el cual refugiarse, que la hace sentir segura y estable por momentos y poder dar un salto a el país que la llama a gritos, Alemania, o ahogarse con inmensas barras de chocolate para así olvidar sus penas y temores.
A ese proyecto inacabado, que soy yo, le gustaba tumbarse en la cama, mirar al cielo y hablarte mientras pasaban las horas, le gustaba descubrirse ante ti, porque a tus ojos se aceptaba, se veía bien y sentía que la querías, a pesar de su imperfección, le gustaba reírse a carcajadas, contarte sus secretos, confiar en ti, le gustaba aprender de tu sabiduría, de todas las cosas que ella desconocía, le gustaba sentir que el mundo se paraba en aquella habitación, mientras la tierra seguía rodando.
Todo eso la hacía sentirse cómoda y pegaba la cara a tu pecho mientras la abrazabas, porque, en el fondo le encanta que la mimen y la consientan, que le digan que la quieren, que estén con ella, le encantan las caricias y los besos, que la agarren del brazo, le gustan las golosinas y los peluches, las fotos y las cartas y tú eras todo eso, y más.
Y se fue entregando a tu cuidado, en medio de su rebeldía, de sus idas y venidas, muchas veces llegaba herida, con los ojos llenos de lagrimas y se sentaba a tu lado, te abrazaba u otras veces, como los gatos en la noche, volvía de saltar tejados, de huir de sus propios temores y miedos que se acumulan en la garganta, con ganas de decirte al oído: - He vuelto...y que tenía ganas de quedarse a tu lado y que tuvieras paciencia.
Su tiempo estuvo lleno de buenos y malos momentos, fue una dulce tortura redescubrirse y ponerse en camino hacia el cambio, su montaña rusa de emociones la hacía sentir que tenía el mundo bajo sus pies, que podía alcanzar el cielo, que era capaz de todo, de mejorar su vida, incluso a ella misma y cuando llegaba la decadencia, se aferraba a sus sueños pues no quería abandonarte ni dejarte marchar porque eso significaba volver a la caverna, a ver el reflejo de las cosas perfectas en su imperfección, significaba volver a la ceguera y a la soledad absoluta.
Prefería perderse en su propio bosque, no le importaba renunciar a ciertos privilegios, porque si te quedabas con ella no tenía que volver a fingir quien no era, no tenía que dibujar una falsa sonrisa, porque tú y solo tú no la dejabas en manos de quien la utilizaba o para quien era un juguete roto, sabes que le gustaba escaparse entre los trapecios, volar y que tú fueras la red que le permitiera no caer.
Pero nada en la vida es permanente, todo se marchita, todo se estropea y mientras volvían las nubes y la lluvia a su ventana, mientras observaba como el destino mismo se había encargado de mancillar y dejar morir todos sus sueños, recordó que nada bueno podía prosperar de un saco de defectos, que era ella, por eso volvió la vista atrás y se encontró de vuelta al pasado y comenzó el llanto, todo un año tratando de ser mejor, de construir mitos que no han servido de nada, de seguir tras sus sueños pero simplemente llegaban a su mente estas palabras “Dios me la dio y Dios me la quitó” y se preguntaba si esto era suficiente.
POS: Este escrito va dedicado especialmente a mi madre a quien perdí hace 3 meses. Como te extraño, no me enseñaste como estar sin ti y que le digo yo a este corazón, me dijiste que la vida es muy corta para llorar, pero no me dijiste como poner freno a las lágrimas que ahora caen por mi rostro...
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